Esta es la segunda entrega de la aventura que tuvimos con Dany y Fede en el sur de Chile. Si quieres ver la primera parte, click aquí. 

Nos levantamos temprano. Queremos sacar fotos del amanecer y me sorprende la luz que tenemos. Es cierto, estamos en una latitud distinta, pero el sol se ve diferente. Tal vez es por el aire más puro, por los árboles enormes y por los senderos que recorremos que todo parece un poco distinto; un poco más verde, un poco más azul.  Fede se siente en casa, porque técnicamente, está en casa. Se mueve rápido y nos adentramos en el bosque. Dany, igual que yo, disfruta a concho. Yo, guardo lo que puedo con la cámara.

Desayunamos con la familia de Fede. La conversa es buena, la comida rica y nos organizamos para salir en la tarde. Me preguntan si ando con traje de baño. ¿Por qué preguntan? Bueno, por esto:

Caminamos unos 40 minutos por el bosque y llegamos a este remanso de río. El agua es glacial. Duelen los huesos al principio, pero Dany y Fede están claramente construidos con otros materiales; muy similares a los humanos y nadan felices en agua a casi 0 grados.

Descansamos. En la tarde volvemos a salir, el cielo está nublado, pero desde la playa se ve espectacular. Tal vez soy demasiado santiaguino y los espacios abiertos me llaman la atención. Lo aprovechamos al máximo. Esa noche jugamos a poner un flash dentro de un árbol.

Volvemos. Han sido 3 días de fotos. 3 días del sur, 3 días de conocer a Dany y a Fede. Llegué como fotógrafo, me fuí como amigo. Siempre voy a estar agradecido por esta tremenda aventura. Y entendí algo; esta pareja aprecia viajar sobre todas las cosas. Ambos periodistas, recorren países, continentes, cordilleras y lagos buscando cosas nuevas. Tal vez no tienen una mansión ni 4 autos en su casa. Pero tienen experiencias que el resto de los mortales sólo podemos imaginar. Y por 3 días fuí parte de eso. ¿Saben qué? Se siente bien.